La existencia de formas de vida (basadas o no en el carbono) fuera de nuestro planeta es una conjetura no fácilmente refutable; no hay un argumento que pueda negar de plano esa posibilidad que es, estadísticamente, casi una certeza.
Sin embargo, esas mismas estadísticas (todas basadas en las únicas formas de vida que conocemos, las terrestres) nos dicen que la probabilidad que existan al mismo tiempo dos civilizaciones lo suficientemente avanzadas tecnológicamente como para comunicarse entre sí es computable en cero.
Nota: cuando digo "al mismo tiempo", cometo voluntariamente un error mortal, el de considerar la simultaneidad como absoluta; si descontamos nuestro sistema planetario, tenemos que considerar que la distancia a la estrella más cercana (Proxima Centauri) es de 4,22 años-luz. Cualquier comunicación con una improbable civilización a esa distancia llevaría un retraso de por lo menos 4,22 años en ser recibida y otros tantos en ser respondida. Casi no habría posibilidad que estas dos civilizaciones (en esas condiciones que podríamos considerar óptimas) tuvieran tiempo físico para descifrar el mensaje y establecer un lenguaje en común.
En cuanto a los avistamientos OVNI, los contactos extratarrestres y todo aquello que rodeara a este tema, parece tratarse sólo de leyendas urbanas o de cuidadosas puestas en escena de estafadores, o acaso de personas sinceras, aunque perturbadas. No hay, en toda la historia conocida, una sola evidencia acerca de este tipo de contactos con inteligencias extraterrestres que resista el análisis científico.